domingo, 13 de noviembre de 2011

40.


Y bien, heme aquí, llegando a las 4 décadas de existencia. Y antes de que alguien me reproche sobre posibles cuentas mochas, les comento que no hay error. Digo que estoy cumpliendo cuarenta porque a pesar de que la costumbre dice que debo decir cuarenta y uno, a como lo veo yo, apenas estoy cerrando el ciclo de los cuarenta vividos y no podré decir que tengo un año más que eso sino hasta que se llegue el  siguiente 14 de noviembre. Así que…

Como decía, en la antesala de empezar a vivir en “los cuarenta y tantos”, me resulta…. Confuso, poder decir cuán difícil o fácil ha sido llegar hasta aquí. Solo sé que la vida me ha mantenido ocupado como para no haber sido del todo consciente de la trayectoria recorrida hasta hoy. Sin embargo, y conociendo otros casos como el que hoy enfrento, se pudiera resumir que el balance es ecuánime y relativamente satisfactorio.

Desconozco si es algo instintivo o tan solo lógico pero casi sin darme cuenta, en días recientes, me he sorprendido buscando artículos, pensamientos, reflexiones y demás escritos relacionados con la llegada del ser humano a los 40 años. Con muchos de estos escritos me he visto obligado a la reflexión, por el enorme grado de empatía que lograron en mí, pero con otros, simplemente no he podido terminar de leer, por lo exagerada y demagógicamente emotivos que pretenden ser. En cualquier caso, concluyo que llegar a los 40 representa el ganar un sentido de congruencia y madurez completamente definidos e innegablemente palpables.

Y es a raíz de las mencionadas madurez y congruencia que en vez de una retrospectiva de mi vida,  prefiero enfocar mi atención en lo que los primeros 40 le han traído a mi presente. En él descubro que este último año ha sido particularmente significativo para mi, pues habiendo crecido como una persona de carácter reservado e introvertido, me propuse volver a lo básico y en la medida de lo posible, a enmendar la mezquindad y el distanciamiento generado por años de penas, prejuicios y miedo al qué dirán, con el que estúpidamente y sin razón viví. Por ello, recientemente me las he arreglado para reencontrarme con esas personas maravillosas que de un modo u otro, fueron parte de mi pasado y a quienes sentí la necesidad de re insertar en mi presente, aunque fuera de manera efímera, para cuando menos, hacer las paces tanto con ellos, como con un pasado que ahora estoy seguro que nunca quise, aun cuando lo haya elegido vivir así.

En fin… Este cumpleaños lo pienso celebrar con mi familia y amigos cercanos, pero también lo quiero dedicar al nombre y memoria de todos aquellos que afortunadamente he vuelto a ver de nuevo y a quienes he tenido la oportunidad de decirles personalmente cuánto les aprecio.

Dios bendiga la memoria de todos los que llegaron para quedarse a pesar de la distancia y así convertirse en una página del libro de nuestra vida. Un libro al que espero poder añadir no solo más páginas, sino más personajes. 

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