viernes, 14 de noviembre de 2014

Política y Videojuegos.

Recientemente he leído el Post de un buen amigo en Facebook, en el cual cuestionaba qué tanto valdría la pena la renuncia de nuestro actual Presidente y las consecuencias que ésto podría traer consigo.

La Política no es lo mío, pero cuando menos me precio de contar (aún) con algo de sentido común y es en base a ello que, para mi, si bien la renuncia de un Mandatario trae consigo quizás un triunfo social, también vienen de su mano, muchas consecuencias, no todas ellas buenas. 

Así nomas de pronto, se me ocurre pensar en países que en tiempos recientes han derrocado líderes y en algunos casos, luego ha resultado que éstos no son lo que esperaban, o hasta ha sido peor su desempeño y es entonces que les quedan únicamente de dos sopas: o batallan para quitarlos de nuevo, o encuentran en ello, una ejercicio al que luego se creen con derecho de realizar a placer y a la más mínima provocación, lo cual tampoco proyecta una buena imagen como País y menos ante un escenario Global, cada vez más preponderante y juicioso.

Y aunque sé que muchos dirán que la opinión Mundial les viene haciendo los mandados, lo cierto es que en un Mundo tan Globalizado como el actual, si un País pequeño no está de acuerdo en algo, esto repercute de tal manera, que muchos de los Países más grandes reaccionan, empezando, en muchos casos, conflictos que derivan en situaciones graves y de más violencia; así que lo mejor será apegarnos a las reglas de juego actuales. 

Y es aquí donde quiero meter mi cuchara, haciendo una comparación, que si bien se antoja bárbara y superficial, en especial, dados los actuales acontecimientos en nuestro País, también espero pueda ser validada, pues conlleva un mensaje conformado por la simple y mera opinión de un servidor. 

Desde que recuerdo y tengo acceso a ellos, soy un irremediable aficionado a los Juegos de Video. No soy un apasionado y muchos menos un fanático de hueso colorado; un jugador promedio, como mucho; y como tal, suelo pasar algunas horas de mi tiempo, sumergido en los Mundos e historias que estos muestran, con resultados muy variados, pero casi siempre satisfactorios.

Para mi y aquí espero el perdón anticipado de mis amigos escritores, editorialistas y/o amantes de la lectura, los Juegos de Video son para mi, lo que para muchos son los libros, puesto que desarrollan la imaginación, abarcan muchos temas, aleccionan y son igualmente adictivos. 

Pues bien... fue justo hace poco, jugando uno de esos Juegos, que tuve la oportunidad de enfrentarme a un ejercicio, bien sencillo, pero que puso a prueba por un momento, mi capacidad como gobernante. El juego en cuestión se llama Fable III; en él, hago el papel de un Príncipe, quien tiene que dejar de lado su comodidad Real, para emprender un viaje que lo hará rebelarse contra el Gobernante en turno, el cual resulta que es su (mi) hermano mayor. 

En el reinado del hermano, las cosas no parecen ir bien. Hay mucha insatisfacción, opresión, carencias, autoritarismo y sobre todo, mucho descontento entre los diferentes pueblos que conforman el Reino. (A alguien le suena familiar?)


Pues bien... Como el protagonista, en uno recae la responsabilidad de poner orden a las cosas que el actual Gobernante está haciendo "mal", lo cual implicará una larga travesía a través del Reino, ganarme la confianza de los líderes de los Pueblos más representativos, e iniciar junto a ellos, una revolución, para derrocar a mi hermano, el Tirano.

Todo parece marchar de acuerdo a lo visto antes en decenas de otros títulos, pues la historia está diseñada para que, tras varias misiones, batallas, aventuras y tareas, finalmente logres el objetivo, aunque varía la manera en que llegas a él, pues a lo largo de la aventura, te vas involucrando en las problemáticas de cada Pueblo que te acompaña en la rebelión y en base a eso, te vas además comprometiendo (o no), con los lideres de los Pueblos alzados, a que, una vez logrado el objetivo, serás un buen Gobernante y te acordarás de sus pueblos, obviamente, para bien. De hecho, te hacen firmar una promesa!!! 

Cuando finalmente logras derrocar a tu hermano y asumes el poder, se te informa de tu primer acción como Gobernante: decidir si le perdonas la vida, a tu hermano o no. En su defensa, el acusado argumentó que si había tomado medidas impopulares, era porque fueron necesarias. Que si gente murió, fue la menos, por los muchos que no lo hicieron. Que si se reprimió, fue porque se debía aleccionar a algunos... en resumen, parecía que para todo lo que había hecho, especialmente lo malo, había una explicación que lo excusaba. Finalmente opté por el perdón y la reacción de los súbditos no se hizo esperar.  

Lo que siguió del juego fue algo totalmente distinto y nuevo para mi. La situación era la siguiente: La oscuridad nos atacaría en justamente un año, 365 días y en ese tiempo, yo tenía que tomar una decisión: ser duro y rígido, pero asegurar que mi Reino tuviera los medios (humanos y económicos) necesarios, para enfrentar a la oscuridad, aunque esto me haría tremendamente impopular, o bien, ser benévolo y con ello, popular y querido, costándome recursos que serían absolutamente necesarios a la hora de que las cosas se pusieran difíciles.

A partir de ese momento, fueron desfilando ante mi, diversas situaciones que involucraban decisiones, incluidas las promesas hechas a los Pueblos durante la rebelión. Muchas de estas promesas, aunque representaban un paso positivo para los Pueblos, mermaban fuertemente la economía del Reino y por ende, nos dejaban a todos vulnerables ante una seria amenaza que lo era para todos.

Finalmente, procuré ser lo más ecuánime posible y confieso que cada decisión fue complicada. En el inter, cree escuelas, plantas recicladoras, mantuve TODAS las promesas con los aliados que fui haciendo en el juego y mis súbditos me adoraban.

El dia marcado llegó. Mi Reino terminó enfrentando a la oscuridad (eso era obligatorio) y aunque salí avante (eso también está contemplado así en el juego), casi la tercera parte de mi Reino pereció en la revuelta, debido a que enfrenté el problema con pocos recursos.

Lo que antes era harmonioso, ahora se tradujo en un odio generalizado. Es el mismo juego el que te explica que fueron tantos los muertos, que la gente no tiene ánimo de celebrar y pasará mucho tiempo llorando a sus muertos y lo peor es que cuando el duele pase, entonces se dedicarán a odiarme, por no haber protegido a los suyos.

Ahora soy una persona odiada por mi propios súbditos y tengo que empezar de cero, para recuperar su confianza. Algo que parece que va para largo y no hay certeza de que logre conseguirlo. En otras palabras: El juego, lejos de terminar, lo único que hizo fue recomenzar, con un reto aun mayor y en eso estoy ahora. 

Resumen: Gobernar es cosa seria y nadie, nadie lo puede hacer de manera infalible. Se puede estar bien con unos, pero irremediablemente se va a terminar quedando mal con otros.

En la vida real, las personas pueden llegar a un estado de Poder con las mejores intenciones y ética de la que son capaces, pero esto no las excluye de ser blanco de otras a las que su manera de Gobernar no les conviene y es entonces donde vienen las trampas, los mártires, la "siembra" de hechos que luego los exhiben como malas personas y finalmente el juicio popular y su "quema".

No pretendo disculpar al actual Gobierno, sino más bien que entendamos que en toda la historia de nuestra Nación, jamás ha habido un Gobernante (o Gobierno) que haya sido totalmente bueno, o sin fallas; quizás menos descarado, pero siendo así, pareciera que encontramos bien que nos hagan mal, pero que cuando menos, lo disimulen y tampoco creo que sea el camino.

Todos parecemos saber lo que tenemos qué hacer, que es reclamar lo que no nos parece justo, pero cuántos de nosotros tenemos los argumentos y metodología correctas para lo que se viene después; para lo que haríamos, si un día, como por arte de magia, el País empezara de cero, sin Gobernantes y cayera sobre nosotros, la responsabilidad de decidir el rumbo que tomaríamos y lo más importante... CÓMO LO LOGRARÍAMOS!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario