jueves, 10 de junio de 2010

Cronología hacia un evento casi frustrado.

Faltaban escasas cuatro horas para el inicio del espectáculo y, en los principales medios informativos de la ciudad, empezaban a reportar una serie de eventos que, de facto, trastocaban la rutina habitual de miles de regiomontanos. La detención, horas antes, de un importante miembro de la delincuencia organizada, dio como resultado numerosos bloqueos viales llevados a cabo con lujo de violencia, lo que en cuestión de minutos, paralizaron la ciudad y pusieron en serias dudas, mi asistencia al importante evento.

El plan era dejar a los niños al cuidado de mi cuñada que, para mi poca fortuna, justo a la hora de su salida, se encontraba en el momento en que tenía lugar, uno de los bloqueos mas importantes de todos los que se habían registrado. Muchos no podían y otros no querían moverse por la ciudad, y la incertidumbre crecía conforme los informativos daban cuenta de los hechos. Eran ya las 18:45 horas. Había acordado con Ana esperarla en mi oficina, ubicada relativamente cerca del lugar en donde se llevaría a cabo la presentación. Teóricamente, había aun tiempo de sobra para llegar sin problemas al evento.

19:20 horas. Sumaban ya 25 las zonas bloqueadas en distintas partes de la ciudad. Como hecho a propósito, la mayoría se ubicaba justamente en los lugares que mi cuñada podía usar como rutas alternas hacia mi casa. Empezaba a preocuparme.

Eran prácticamente las 20:00 horas cuando los reportes de las autoridades mencionaban del retiro de gran parte de los bloqueos. Sin embargo, noticias de disparos en varias partes de la ciudad, alteraban aun más el curso de las cosas y sobre todo, incementaban la psicosis colectiva que amenazaba con convertirse en un caos de mayores proporciones. Mi cuñada había hablado por teléfono con Ana. Se disponía apenas a salir de su trabajo y esperaba estar en casa en aproximadamente 30 minutos. Terminó llegando cerca de las 21:00 horas.

En la oficina, no podía hacer mas que seguir paso a paso los eventos que enloquecían a nuestra ciudad, mientras esperaba la llamada de Ana, indicándome que se disponía a salir de casa. Fue entonces cuando empecé a contemplar la posibilidad de adelantarme a la Arena para que, en caso de que Ana no consiguiera salir definitivamente de casa, poder llegar con tiempo suficiente al evento, y de paso, intentar vender el boleto “de sobra” ahí mismo, algo con lo que no estaba nada conforme, pero que definitivamente sí consideré como última opción.

Eran las 21:10 horas. Ana venía en camino y, llamarle cada 10 minutos para saber sobre su recorrido se convirtió en una constante para mi. Curiosamente y para mi fortuna, los hechos ocurridos unas horas antes habían alejado la mayor parte del tráfico de las calles, por lo que Ana no tuvo mayor problema en reducir su tiempo de llegada hasta mi oficina, en casi la mitad. A las 21:40 horas estábamos de camino hacia la Arena y el trayecto desde la oficina hacia allá, también fue rápido y sin sobresaltos.

21:55 horas. Entramos al recinto y la gente en los alrededores no era tanta como lo esperaba. Apenas cruzando la puerta y los filtros de seguridad, un acomodo de figurines con trajes alusivos al evento, así como parafernalia y algunos fans personificados, adornaban el entorno, esperando a ser fotografiados y conservados como tesoros y recuerdo invaluable de una noche que prometía ser mágica. Y que en efecto lo fue.

En punto de las 22:10 horas, las luces se apagaron, y tras una sonora ovación, los primeros acordes de un tema por demás conocido para todos los reunidos ahí, enchinaba la piel hasta del mas escéptico. El espectacular viaje de regreso a una galaxia muy, muy lejana había comenzado, y yo, a pesar de todo, estaba ahí para presenciarlo.